ALGUNAS
CUESTIONES PARA REFLEXIONAR EN FAMILIA
1.
¿Somos capaces de identificar cómo nos sentimos ante las diferentes
situaciones? ¿Sabemos identificar las emociones?
2.
¿Somos capaces de entender cómo se sienten las y los demás y ponernos en su
lugar?
3.
¿Sabemos escuchar de forma activa, sin interrumpir e intentando comprender lo
que los demás están diciendo?
4.
¿Cómo gestionamos nuestros propios estados de ánimo como la ira, el enfado, la
culpa o la tristeza? ¿Cómo los toleramos y cómo hacemos para sentirnos mejor?
¿Cómo nos afectan esos estados a nuestro funcionamiento diario?
5.
¿Cómo hacemos para resolver problemas que nos generan emociones negativas?
6.
¿Cómo solemos tomar decisiones? ¿Actuamos impulsivamente y sin pensar o
buscamos diferentes alternativas valorando cuál es la mejor respuesta en
función de las consecuencias emocionales para nosotros y los demás?
7.
Cuando algo nos gusta de verdad, ¿cómo actuamos para motivarnos y mantener esa
actividad? ¿Expresamos nuestra alegría y agradecimiento cuando nos sentimos
felices o agradecidos a otros?
8.
Cuando nos encontramos con situaciones difíciles o en los reveses de la vida,
¿sabemos pedir ayuda? ¿Intentamos resolver nuestros problemas
buscando
soluciones?
(Se recomienda dosificar estas reflexiones, por ejemplo leer
un párrafo cada día y reflexionar sobre su alcance, durante todo el día)
1. Es necesario aprender a
escuchar a vuestras hijas e hijos y a observar sus reacciones emocionales sin
juzgar y sin intervenir inmediatamente. Aprenda a observar qué es lo que ha
pasado o está pasando para que su hija o hijo llore, se enfade o ría.
Pregúntele y respete su respuesta, aunque no sea la que espera.
2. No niegue ni ignore las
emociones de su hija o hijo. Intente respetarles y no infravalorarles. Conviene
evitar expresiones del tipo “no es nada, eso es una tontería”, “eso no es para
llorar”, “no tiene sentido”, “no te pongas así”.
A veces lloran o se enfadan porque
no son capaces de poner en palabras lo que les está pasando. Vuestro papel como madre y padre es ayudarles a identificar la emoción y
llamarla por su nombre. Que aprendan a relacionar los sucesos que les pasan con
sus estados emocionales, sin sentirse mal por ello.
3. Recuerde que expresar emociones
no es malo. Hay que aprender a conocerlas para luego poder gestionarlas bien.
Acostúmbrese a preguntar más ¿Qué
te pasa? o ¿cómo te sientes? en lugar de darles soluciones o reprenderles por
esos sentimientos.
Permita que ellas mismas y ellos
mismos piensen en posibles soluciones para encontrarse mejor. No les ofrezca
antes de tiempo las soluciones, porque las suyas pueden no ser las mejores para
ellos.
Ayúdeles a generar sus propias
soluciones y motívenles para ello.
4Establezca límites razonables y
enseñe a sus hijas o hijos lo que está
bien y lo que está mal, aprovechando los problemas cotidianos. Si por ejemplo
rompen un juguete porque se han enfadado, enséñenles cómo cuidar las cosas y
cómo pueden hacer la próxima vez que se enfaden, sin romper el juguete. Escuche
lo que ellos harían y después ayúdeles a pensar en otras reacciones. Por
ejemplo, podrían cambiar de juego, dejar de jugar, pedir ayuda…
5Practique la disciplina
inductiva, que establece normas y límites claros y ofrece alternativas
adecuadas de respuesta desde el respeto, el diálogo y el afecto.
6Respete a sus hijas o hijos y no
se burle de sus emociones. Conviene evitar expresiones del tipo “pareces un
tonto o un bebé llorando”, “como chilles y grites no te hago caso” y utilizar
otras como ¿por qué lloras? o ¿por qué estás gritando? Estas preguntas les
ayudarán a reconocer sus emociones y ver cómo suelen reaccionar en los
diferentes estados de ánimo. Luego ayúdeles a poner en palabras lo que les pasa
y a buscar soluciones para sentirse mejor.
7Acostúmbrese a preguntar y
escuchar a su hija o hijo. Présteles la atención que le darían a un invitado.
En ocasiones sólo el hecho de permitirles expresar su frustración, miedos y
temores ya les ayuda a calmarse.
8Un clima de respeto mutuo es
fundamental para que las niñas y niños aprendan a gestionar
adecuadamente sus emociones.
Se han trabajado los cuentos de la colección de Begoña Ibarrola
3 AÑOS:
- "Aventura en el río", para tratar la alegría.
- "El sauce que no quería llorar", para tratar la tristeza.
- "El mono chimpa", para tratar el enfado y la resolución de conflictos.
- "La hormiga viajera", para tratar el miedo
- "Las dos coronas", para tratar la envidia y los celos.
- "Peligro en el mar", para tratar la alegría
- "Rosa ya no es Rosita", para tratar la tristeza
- "El día en que el sol se enfadó", para tratar el enfado.
- "La hormiga viajera", para tratar el miedo.
- "Nadie quiere a Isabel", Confianza en uno mismo
- "Todos contentos", para tratar la alegría
- "Rosa ya no es Rosita", para tratar la tristeza
- "El oso gruñón", para tratar el enfado.
- "Al final del pasillo", para tratar el miedo.
- "Mi colección de piropos", confianza en uno mismo.
CARIÑOGRAMA
Una de las nuevas actividades que se han llevado a cabo este curso 2015/2016 ha sido la elaboración de un "Cariñograma" donde el alumnado podrá compartir y expresar a y con sus compañeros y compañeras todo aquello que desee, a través de cualquier medio y momento.
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